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jueves, 22 de octubre de 2015

Oveja que bala...

Hace algunos meses visité un local de una persona que es bonita por dentro y por fuera.

Cuando llegan de visita amigos de tu tierra, haces todo lo posible por compartir con ellos. Son familia extendida que te trae algo de calor y cariño estando uno tan lejos y te hacen sentir cerca.

Luis llegó con los primeros atisbos de calor veraniego y me antojé de acompañarle a visitar a una amiga salmantina que hace escasamente un año abrió su primer negocio culinario llamado Oveja que bala. Francamente no sabía lo que me esperaba y considero que es digno de contar.

Luego de la hermosa sorpresa que se llevó Esther al ver a Luis, rápido nos invitó a tomar asiento. Oveja que bala no queda en el centro de Madrid sino en una calle cerca de muchas oficinas y de la embajada de Indonesia que seguro pasan por su local a menudo (envidia de la buena).

Esther es conocida por su don de gente y por el que le han puesto en sus manos pues todo lo que cocina es delicioso y mejor aún, hecho con amor, esmero y dedicación.

Comenzamos con unos pinchos de hamburguesa que estaban buenísimos. Se te quedan en un bocado y saben a gloria bendita. La ensalada de fruta no se hizo esperar con kiwi, melocotón, sandía...refrescante para el calor que hacía ese día.

Ahora bien...nada de eso se compara con el pincho (nótese que la palabra pincho se queda corta ante el tamaño que nos sirvió) de tortilla con chistorra. Si, tortilla con chistorra y no cualquier chistorra. La de verdad y que viene de Salamanca. Si hace 15 años me hubiesen dicho que en el 2015 me iba a gustar tanto la tortilla y encima de chistorra, me les hubiese reído en la cara. Pues bien, de las manos expertas de Esther, he degustado mi primera tortilla de chistorra y prometo serle fiel y no probar ninguna otra porque la suya es la mejor del mundo mundial. Sabrosa, exquisita, de otro mundo. Y el que lo refute, va a tener un serio problema conmigo. Textura firme sin ser dura, no es salada, su sabor suave y concisa.

Cabe mencionar que una señora probó su tortilla normal, de huevo y patata de toda la vida y se las alardeaba que la de ella era muy buena. Creo que encontró alguien que la hacía mejor y ella misma lo aceptó.

El postre no se hizo esperar y como a nadie le gusta el chocolate...La tarta de chocolate hecha con ingredientes de primera que me supo a algo del más allá. Esponjosa, con un sabor denso a chocolate pero sin ser muy fuerte. Me faltó el vasito de leche para acompañarla pero ya la tripa no aguantaba más.

Siempre he dicho que cocinar es un arte y que la comida que es realmente buena es porque se hace con cariño, con esmero y dedicación. Es una pasión como la música que precisa de práctica y empeño para ello. Esther pone eso y algo que falta en muchos otros lugares y es...corazón. Si quieren comer realmente buena comida, no dejen de darse la vuelta por Oveja que Bala. En el enlace entrarán en su página web con toda la información necesaria.

Mucha suerte Esther y espero pasar por allí muy pronto.

(foto de Oveja que Bala)

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